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Científicos suizos utilizan células cerebrales cultivadas en laboratorio para construir biocomputadores eficientes energéticamente para la IA y la investigación de enfermedades.
Científicos suizos están desarrollando biocomputadores utilizando organoides cerebrales humanos cultivados en laboratorio - diminutos grupos de neuronas de células madre - para crear procesadores "wetware" de bajo consumo energético.
Estos organoides, del tamaño aproximado del cerebro de una mosca de la fruta y que contienen aproximadamente 10.000 neuronas, se mantienen vivos con nutrientes y se controlan a través de electrodos que detectan señales eléctricas utilizadas para el cálculo básico.
Cofundada por Fred Jordan, la startup FinalSpark tiene como objetivo aprovechar la eficiencia natural del cerebro -las neuronas biológicas son un millón de veces más eficientes energéticamente que los chips de silicio- para abordar las crecientes demandas de energía de la IA.
La tecnología ya ha permitido que robots simples reconozcan el braille y se está utilizando para estudiar el autismo y la enfermedad de Alzheimer.
Aunque los organoides carecen de conciencia y receptores de dolor, la actividad neuronal inesperada, como picos cuando se abren las puertas del laboratorio, subraya las brechas en la comprensión.
Si bien aún se encuentran en etapas iniciales, los investigadores ven un potencial a largo plazo para avances transformadores en computación y neurociencia.
Swiss scientists use lab-grown brain cells to build energy-efficient biocomputers for AI and disease research.