Los planes de reforma tributaria de Nueva Zelandia suscitan apoyo y críticas, centrándose en reducir la desigualdad de la riqueza.
El presidente del juez fiscal Aotearoa, Glenn Barclay, apoya el compromiso del Laborista con la reforma tributaria, destacando la necesidad de cerrar la brecha fiscal entre los neozelandeses promedio y los más ricos. Sugiere que podría ser necesaria una combinación de impuestos y expresa su decepción por el fin del trabajo sobre los impuestos de herencia. El juez fiscal Aotearoa también aprueba la voluntad de los laboristas de aplazar un retorno al superávit para invertir en servicios públicos, incluyendo la salud y la educación, para abordar cuestiones como la desigualdad y el cambio climático. El Sindicato de Contribuyentes, sin embargo, critica al Laborismo por depender demasiado de los impuestos y cuestiona la disposición del partido para mejorar la economía y el crecimiento económico.